Este artículo es una traducción al español por nuestra escritora Angie Martin. El artículo original fue publicado el 10 de abril de 2016, bajo el título “It’s Hard for Them, Too” y escrito por Tracy Slater. Puedes encontrar el artículo original aquí. Algunas expresiones coloquiales del inglés han sido editadas en la traducción para mantener el significado del mensaje original de la autora. Adicionalmente, el artículo fue escrito en conmemoración de la Semana del Niño de Temprana Edad celebrada por la organización National Association for the Education of Young Children (www.naeyc.org) pero debido a que ésta es celebrada en abril, la versión traducida omite una corta referencia a la celebración que aparece en el artículo original.


La noche había sido larga y ya me veía tan cerca del otro lado. De repente a la mitad del último verso de la última canción de cuna, levantaste la cabeza. “Wawa?” preguntaste. Miré  alrededor del cuarto a la ligera, sabiendo que no iba a ver ningún vasito. “No hay agua acá arriba. Estás bien.” “Wawa?” “No, mi amor.” “Wawa!” Más insistente esta vez. Y mi rabia se subió hacia la superficie como un destello, rápidamente y roja y caliente y como si en fuego. Un respiro breve. Mi cuerpo endurecido, mis dientes apretados. Y por supuesto tú lo sentiste. Aunque rápidamente traté de taparlo, tú lo sentiste tan claramente como yo y te derretiste hacia mí. Tu pequeño cuerpo temblaba con sollozos porque la persona a quien más quieres en el mundo, la persona en la cual dependes para todo lo que necesitas, se convirtió en un monstruo de momento porque tú querías agua. Porque tenías sed antes de acostarte y no tienes autonomía con la cual resolver tus problemas. 

Imagínate vivir tu vida con esa clase de falta de control. Hablamos mucho de lo difícil que es ser mamá, y con mucha razón — esta chamba es todo menos fácil. Pero en esta ocasión me gustaría reconocer lo difícil que es ser un niño/a pequeño.

Como terapeuta, a menudo trato de imaginar cómo es la vida para los niños pequeños. Si quiero encontrar una solución al comportamiento difícil, primero debo tratar de comprenderlo. Y cada vez que me pongo en el lugar de un niño pequeño llego a la misma conclusión: Ninguno de nosotros adultos podríamos lidiar con las cosas con las cuales ellos tienen que lidiar.

Para comenzar, piensa en el que te digan qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo — eternamente. Come esto que nunca has visto antes. No hagas cara grosera (qué significa grosera?). Es hora de ir a un lugar donde no quieres ir, y apúrate, apúrate, apúrate para cumplir con un horario arbitrario que no significa nada para ti.

Imagínate fallar tanto como lo hace un niño pequeño. No poder hacer que tus manos se muevan de la manera correcta para cortar papel con tijeras, tropezarte mientras corres a través del llano, derramar la leche que tanto querías servir (y aquí estoy yo, desesperada con él otra vez).

Otro ejemplo a la hora de dormir:

”Papi, dime cómo terminó allá arriba el hombre.” “Trepó.” “NO, dime cómo terminó allá arriba[!]” Una y otra vez, nuestro hijo se empieza a frustrar más y más hasta que me doy cuenta que lo que él quería decir era, “PREGUNTAME cómo terminó allá arriba?”

Una palabra equivocada que le cambia el significado completo a la oración causando toda esa frustración. Imagínate que constantemente fallaras al tratar de comunicarte efectivamente con las personas en tu vida. Día tras día, luchando por encontrar la palabra correcta, diciendo una cosa cuando quieres decir otra, pronunciando mal tantas palabras que nadie sabe lo que estás diciendo. Y luego, que las personas se frustren CONTIGO, pierdan la paciencia CONTIGO.

Uno de mis libros favoritos para leer con los niños se llama “Everywhere Babies.” La última página dice (traducción no oficial), “Todos los días los niños son amados. Por tratar tan duro, por viajar tan lejos, por ser tan maravillosos, así como son.” Se me salen las lágrimas casi todas las veces que lo leo porque es tan cierto. A pesar de todo, ellos tratan y tratan y tratan otra vez. Le dan la bienvenida a sus días con sonrisas, entusiasmo y emoción. Nos perdonan nuestros errores, nuestros destellos de rabia injusta. Ellos se enfrentan a nuestra impaciencia con paciencia (al menos a veces), se ríen y viven y aman con total abandono.

Así que cuando nos empujen hacia el borde de nuestros límites, qué tal si procuramos recordar que nosotros les estamos haciendo lo mismo a ellos.

Angie V Martin
Angie was born and raised in Panama and attended college in Massachusetts, after which she took a couple of years to work in Boston and enjoy the nightlife before attending law school. Soon after becoming an attorney, Angie got married to the love of her life. They set down roots in Jamaica Plain, where they welcomed their firstborn, Henry, in 2012. Angie now lives in Nahant with her husband and two children (little Eloisa was born in 2015) as well as their rescue Boxer dog, Hobie. Angie is passionate about public interest law and serves as the pro bono director at Veterans Legal Services, a nonprofit legal services firm serving Massachusetts military veterans. Angie is also a certified life and leadership coach and loves supporting women and mothers on their journeys in their personal and professional lives. In addition to feeling honored to be a contributing writer for Boston Moms, Angie also enjoys writing in, and translating Boston Moms articles into, Spanish — she is a firm believer in ensuring every Boston mom feels like she/they belong here!