Este artículo es una traducción al español por nuestra escritora Angie Martin. El artículo original fue publicado el 12 de diciembre de 2017, bajo el título “The Reality of Raising a Family Away From Family” y escrito por Megan Samborski. Puedes encontrar el artículo original aquí. Algunas expresiones coloquiales del inglés han sido editadas en la traducción para mantener el significado del mensaje original de la autora.


Nunca olvidaré lo que me dijo la enfermera el día que me daban de alta del hospital luego del nacimiento de mi primer hijo. Estoy segura que yo me veía igual que la típica madre primeriza mientras empacaba a mi pequeño “paquetito de alegría” (traducido de: “bundle of joy”) — una mezcla entre miedo e ilusión escrita en mi ya exhausto rostro. Me dijo sonando un poco preocupada, “Sí tienes ayuda en casa, verdad? Es importante tener ayuda al principio.” Terca e inocente le contesté que aunque nuestra familia toda vive lejos, seguro lograríamos tener todo bajo control. Ella me lanzó una mirada de simpatía que a la vez parecía gritar, “Esta mamá no tiene idea lo que viene.”

Mi esposo y yo vivimos en la region de Boston y ambas de nuestras familias viven en otros estados. La etapa de recién nacido de nuestro bebé nos despertó a la difícil realidad de lo que nuestra situación geográfica significaría para nosotros como nuevos papás. Solamente un año luego de haber perdido a mi propia mamá, pasé por aquellos primeros meses que te drenan de energía, emocionalmente sin defensas, con depresión post parto, y sintiéndome más que todo perdida pero con mucho miedo al “fracaso” como para admitirlo. Yo había enfrentado la maternidad con la misma actitud perseverante que me había servido bien en mi vida de adulta, pero pronto empecé a darme cuenta de que la vida con niños pequeños iba a ser dura estando solos. 

Aunque mi esposo y yo ambos tenemos el apoyo de nuestras familias y un tremendo grupo de amigos que se han convertido en familia, aún existen muchos aspectos de la crianza de nuestra pequeña familia lejos de nuestras familias extendidas que siguen siendo un reto. Estas son algunas verdades que nosotros — como padres criando a nuestros hijos lejos de nuestros padres — conocemos como la realidad:

Tendrás que pagar para recibir ayuda

Que si la cuenta del “daycare” es más alta que la hipoteca, la “babysitter” para salir a una cita juntos cuesta más que la cena — sin la ayuda de la familia extendida o abuelos que viven localmente, el costo del cuidado de nuestros niños sobrepasa nuestros gastos mensuales. Mi esposo y yo hemos aceptado el hecho de que por tema de logística, no podremos viajar para pasar un fin de semana romántico hasta que nuestros hijos sean adultos. Esto no nos ha hecho dejar de planear las necesarias salidas juntos, pero somos bastante selectivos en cuanto a lo que hacemos en aquellas ocasiones que salimos.

Encontrarás maneras creativas para tomarte un descanso

Aproximadamente el 95% de la razón por la cual me hice miembro del YMCA cuando tenía un bebé y un ‘toddler’ fue para tomar ventaja del cuidado de niños gratuito que está incluido en la membresía, y no me avergüenza admitirlo. Algunos días todo lo que necesitaba era unos minutos para respirar y lo único que quería era pedirle a mi mamá que viniera a mi casa para yo poder tomarme una ducha caliente. Entre membresías de gimnasio y actividades que me permitían dejar a los niños en confianza, logré volverme un poco creativa para poder tomarme un respiro de vez en cuando sin tener que gastar mucho en el cuidado de mis niños.

Expandirás tu círculo 

Poco a poco aprendí que unirme a los grupos locales para madres e invertir tiempo y energía en actividades escolares y comunitarias me ayudó a conocer a más gente, muchas que también viven lejos de sus familias y se encuentran en la misma situación. Mis amigas están en las listas de contactos de emergencia en la escuela de mis hijos y los hijos de mis vecinos nos ayudan con “babysitting.” Las cosas no siempre son perfectas pero logramos ayudarnos los unos a los otros en momentos difíciles. 

Vas a sufrir de “burnout” o agotamiento durante las fiestas

Nosotros nos la hemos pasado viajando durante las fiestas por más de una década, y aunque vale la pena ver a la familia, la verdad se convierte en una carga pesada. Mis hijos parecen siempre enfermarse durante las fiestas y no duermen muy bien cuando no están en casa. Se rompen rutinas, salen a relucir malos hábitos, y también te toca el reto de explicar cómo Santa logrará encontrarlos en casa de los abuelos (mientras cuidadosamente escondes los regalos bajo sábanas y mantas en el asiento trasero del auto). Nosotros eventualmente comenzamos a irnos de vacaciones cerca de nuestras familias para poder así tener más tiempo de calidad con ellos y menos apuros que durante las fiestas.

A veces sentirás envidia

A veces veo a una abuela recogiendo a un niño en la escuela y me da un poco de envidia (y sentimiento de culpa) pensar en el tiempo limitado que mis hijos pasan con los suyos. O a veces escucho a alguna amiga decir que sus padres van a cuidar de sus hijos por el fin de semana precisamente cuando me estoy sintiendo particularmente agotada. Algunos días solamente quisiera llamar a algún familiar para que venga a mi casa a ver algo gracioso que mis hijos están haciendo o pedirles que me ayuden cuando todo el mundo en casa está enfermo. Pero la realidad es que tus amigas/os están en la misma situación en cuanto a las necesidades de sus hijos pequeños y no puedes pedirles que vengan a exponerse en esas ocasiones inoportunas cuando todo el mundo está enfermo y contagioso de todas formas.

Si bien mi esposo y yo tomamos la decisión de vivir donde vivimos, esto no hace los retos de ser una familia joven más fácil, y procuramos no dar por sentado el tiempo limitado que podemos pasar todos juntos en familia. (También estoy al tanto de que simplemente porque alguien tenga familia cerca no significa que no viven con los mismos retos que nosotros.). Ya que dicen que se necesita una “aldea” para criar niños (“it takes a village”), y nuestra aldea biológica’ no está físicamente cerca, yo me siento agradecida con la que hemos creado entre nosotros. Al fin y al cabo, eso es todo lo que nuestra pequeña familia puede pedir!

Angie V Martin
Angie was born and raised in Panama and attended college in Massachusetts, after which she took a couple of years to work in Boston and enjoy the nightlife before attending law school. Soon after becoming an attorney, Angie got married to the love of her life. They set down roots in Jamaica Plain, where they welcomed their firstborn, Henry, in 2012. Angie now lives in Nahant with her husband and two children (little Eloisa was born in 2015) as well as their rescue Boxer dog, Hobie. Angie is passionate about public interest law and serves as the pro bono director at Veterans Legal Services, a nonprofit legal services firm serving Massachusetts military veterans. Angie is also a certified life and leadership coach and loves supporting women and mothers on their journeys in their personal and professional lives. In addition to feeling honored to be a contributing writer for Boston Moms, Angie also enjoys writing in, and translating Boston Moms articles into, Spanish — she is a firm believer in ensuring every Boston mom feels like she/they belong here!